"El campo de la historia pública en Argentina muestra una gran vitalidad" 1
Susana de Luque y Alejandra Fabiana Rodríguez, Universidad de Quilmes.

“El campo de la historia pública en Argentina muestra una gran vitalidad”

En una entrevista con Café Historia, las historiadoras Susana de Luque y Alejandra Rodríguez, profesoras de la Universidad de Quilmes, hablan sobre el presente y el futuro de la Historia Pública en Argentina.
9 de dezembro de 2024

La Historia Pública es un campo emergente en el estudio de la historiografía, surgido en los años 1970 en Estados Unidos, aunque con prácticas más antiguas y diversas, que se dedica a conectar la historia y los historiadores con diferentes espacios, contextos y actores sociales. ¿Un pódcast sobre la Historia de Argentina? Esa es una posibilidad de Historia Pública. ¿Una exposición de museo organizada, de manera colectiva, por museólogos, historiadores y comunidades indígenas? De nuevo, eso es Historia Pública. ¿Una empresa que produce un documental sobre el barrio en el que está ubicada? También ahí tenemos una forma de Historia Pública.

En Brasil, la Historia Pública cobró impulso a partir de 2011, con la realización, en la Universidad de São Paulo (USP), del Curso de Introducción a la Historia Pública, y luego, en 2012, también en la USP, del Simposio Internacional de Historia Pública. En Argentina, un crecimiento similar ha ocurrido en los últimos años. Un hito de este avance fue la realización, en mayo de 2023, en la Universidad de Quilmes, en la ciudad de Bernal, del I Congreso Internacional de Historia Pública – Historia Pública y Divulgación, que reunió a cientos de investigadores sudamericanos y sentó las bases para la creación de la Red Argentina de Historia Pública y la Red Latinoamericana de Historia Pública (RedLaHP).

Para conocer más sobre la Historia Pública en Argentina, conversé con dos profesoras en la Universidad de Quilmes: la socióloga Susana de Luque y la historiadora Alejandra Fabiana Rodríguez. Ambas hablaron sobre el esfuerzo de historiadores, historiadoras y comunidades para hacer que el conocimiento histórico sea más accesible, enfatizando el vínculo entre el saber académico y las necesidades sociales locales. Destacaron cómo el interés por la Historia Pública en Argentina está estrechamente relacionado con la necesidad de enfrentar desafíos contemporáneos, como las desigualdades sociales y el elitismo académico. “La Dictadura y las luchas por los derechos humanos en Argentina tienen un gran protagonismo y motorizan proyectos muy valiosos que dan cuenta de la potencialidad de la historia pública en la construcción colectiva de información clave sobre los juicios de lesa humanidad.”, comenta Susana de Luque.

Ejemplos de historia pública en Argentina incluyen proyectos como el Ciclo zaranda, que utiliza el arte y el teatro para revitalizar el patrimonio local, y las Huellas Digitales de la Memoria, que promueve la memoria de las víctimas de la represión estatal. Estas iniciativas ilustran cómo la historia puede ser construida de manera colaborativa, involucrando a las comunidades locales en procesos de coproducción del conocimiento. Aquí está lo que fue nuestra conversación.

La Historia Pública ha cobrado gran impulso en la Argentina en los últimos años. La realización del congreso celebrado en Quilmes, en mayo de 2023, es una muestra de ese crecimiento. ¿Por qué sucedió esto, y por qué ahora?

SDL: Creo que se trata de procesos que se van cristalizando con el tiempo, pero que responden a dinámicas sociales más amplias que afectan a los campos del saber. En este caso, la respuesta de los movimientos sociales latinoamericanos en rechazo de las políticas del neoliberalismo en los ochenta y los noventa puso también el acento en los modos de producir y distribuir el conocimiento social. Se señaló el  dominio epistemológico del Norte Global y se puso en cuestión el elitismo de la academia. La historia pública responde a esta demanda de un conocimiento más apegado a la sociedad y a sus necesidades, y se manifiesta contraria a la burocratización academicista. Su constitución en los últimos años en Argentina es el resultado de las luchas simbólicas que llevaron a cabo los diferentes actores con intereses en el campo.

AFR: agregaría que la Historia Pública aparece como  un nuevo campo en la historiografía argentina, hace pocos años, y se nutre de tradiciones y prácticas previas. Si tuviera que señalar los antecedentes más próximos diría que son dos: por un lado, la crisis económica, social y política del 2001 de Argentina, que dio lugar a muchas reflexiones públicas acerca de la historia, la producción de libros  que se convirtieron en best sellers, también programas televisivos, que buscaban en el pasado las claves de porque estábamos en esa terrible situación. En tiempos en los cuales era difícil proyectar un futuro, el pasado se presentaba como un lugar de críticas y también de identificaciones. En general, estas iniciativas fueron impulsadas por el mercado, y si bien tuvieron enorme repercusión y aceptación social, también recibieron duras críticas de los profesionales de la historia por las lecturas simplistas que hacían del pasado.

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Historia Pública: involucrando a amplias audiencias con la Historia. Foto: Unplas, Mikael Kristenson.

Si en esa etapa, la historia tuvo llegada masiva  desde iniciativas privadas, a partir del 2005 -y principalmente de los festejos del Bicentenario de la Revolución y de la Independencia- en 2010, fueron las iniciativas estatales las que pusieron a la Historia en el primer plano en el espacio público, inscribiendo el presente en la perspectiva amplia y latinoamericana de los  200 años de historia. En ese contexto, fueron frecuentes las discusiones públicas sobre el siglo XIX, acerca del motor de la historia, los actores sociales, y en especial sobre  el pasado traumático de la última dictadura (1976-1983). Paralelamente, en esta etapa, se impulsaron políticas de financiamiento a la investigación científica y tecnológica, se  crea el Canal educativo  Encuentro, espacio desde el cual reconocidos historiadores profesionales pensaron y llevaron adelante una gran diversidad de contenidos sobre la Historia atendiendo a públicos muy diversos, incluyendo los infantiles.

Además de las políticas públicas señaladas, a nivel historiográfico fue notable el afianzamiento de la Historia Reciente, signada por una fuerte voluntad de intervención política, así como la participación pública de las y los  historiadores peritos y expertos en los procesos de Justicia.

Ese es el contexto, las universidades reformulan las preguntas acerca de los sentidos y la función social de la historia, y esto se expresa  en  la aparición de Mesas temáticas en Congresos, seminarios y cursos de investigación sobre la divulgación, etc.

Conociendo la experiencia de Brasil, y habiendo explorado algunas producciones europeas, desde la UNQ empezamos a trabajar sobre la idea de Historia Pública, como una noción y un campo de estudios mucho más abarcativo, capaz de abrazar y alojar  experiencias de trabajo con la comunidad y para la comunidad, prácticas que van mucho más allá de la divulgación o de  la comunicación de la ciencia.

Respecto al Congreso, creo que expresó esa construcción, y fue tanto un encuentro académico, como un festival abierto a la sociedad, centrado en pensar y experimentar  las prácticas de producción del conocimiento histórico que se expresan hoy en la región en los espacios educativos, en los lugares de la memoria, en los museos, en las representaciones teatrales y musicales, en las performances, en el cine, en las redes, en las editoriales, etc. La idea fue, además de  generar espacios de reflexión, movilizar los afectos y generar experiencias con el pasado, que sensibilizaran a los asistentes, contribuyeran a crear comunidad y sumarán  a la transmisión intergeneracional. Temas que nos desvelan en la actualidad argentina.

En Brasil, la Historia Pública está fuertemente vinculada a la Historia Oral. ¿Ocurre algo similar en Argentina?

AFR:  La Historia Oral tiene una importancia fundamental en Argentina, ya desde mediados de 1980, nace en estrecha relación a la recuperación democrática; como  un acercamiento al pasado que busca recomponer el tejido social, conocer los conflictos y recuperar identidades barriales; es decir que nace por fuera de la academia, y es en los años 90, que se comienza a problematizar desde los ámbitos universitarios:  se crean asociaciones, se organizan encuentros nacionales, etc. Desde hace décadas es un campo consolidado con una dinámica propia; es decir que la Historia oral tiene una larguísima tradición en nuestro país y desde ese campo se ha impulsado tempranamente la reflexión sobre la relación entre  lo íntimo y lo colectivo, el pasado y el presente, así como en lo referido al pasado traumático. Temas que están en el centro del interés de la Historia Pública, en especial si nos preocupa  pensar el lugar del testimonio en la narración, las relaciones entre la historia y memoria o  la autoría compartida, entre otros temas…

Volviendo a tu pregunta, me arriesgaría a decir que en nuestro país la Historia Oral como campo, no se reconoce aún dentro del campo de la  historia pública, que es un campo nuevo y en construcción, aunque en gran parte de los proyectos de Historia Pública tenga relevancia la Historia oral; quizás en Argentina, quienes trabajan en museos y archivos populares, y otras prácticas territoriales y  comunitarias de la historia, así como aquellos que abordan la comunicación de la ciencia y la divulgación  se sintieron más rápidamente contenidos por la idea de Historia Pública.

SDL: No obstante lo que menciona Alejandra, una gran cantidad de las ponencias presentadas en el congreso de Quilmes así como los trabajos de tesis y otras monografías producidas en el marco de la Maestría de Historia Pública de la universidad se vinculan con la Historia Oral y reconocen sus aportes y trayectoria. De hecho, en la Maestría, se ofrece una materia que aborda específicamente la Historia Oral.

¿Podrían hablar un poco sobre los principales proyectos de Historia Pública que se están llevando a cabo en la Argentina en la actualidad?

SDL: Recientemente, hemos coordinado con Alejandra la publicación de un libro que fue resultado de los trabajos presentados en el congreso.  A partir de esas  ponencias podría decirse  que el campo de la historia pública en Argentina muestra una gran vitalidad, una gran diversidad de proyectos interdisciplinarios que se realizan en distintos lugares de nuestro territorio. La idea de poner en cuestión el vínculo del conocimiento académico con la sociedad despierta un sinnúmero de reflexiones y de proyectos que intentan construir otra proximidad entre los saberes y las comunidades. Tal es el caso de algunas experiencias promovidas desde las universidades, pero que construyen conocimiento de un modo colaborativo a partir de vínculos estrechos con actores no académicos.

Por ejemplo, el proyecto “Ciclo zaranda: objetos con historias bonaerenses” está integrado por un equipo de la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca y un colectivo de artistas (Ciclo objeto) especializado en poéticas objetuales y teatro de objetos. La iniciativa, que tiene como objetivo la activación del patrimonio local, pone de relieve la potencialidad del  vínculo entre ciencia y arte para problematizar y difundir temas relacionados con la arqueología, el patrimonio y la historia local. La experiencia estética  se incluye en los modos de producción y circulación del conocimiento. El caso de EPHICO (Espacio de Patrimonio Histórico Comunitario de la UNGS también resulta interesante por su modo de relacionarse con la sociedad local y co-construir conocimiento con los integrantes de esa comunidad. El trabajo con  fotografías y archivos familiares permite problematizar recuerdos y generar nuevos significados, diferentes a los discursos establecidos. Ambas experiencias se inscriben en un modelo alternativo de relación entre la sociedad y el conocimiento.

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La Historia Pública busca conexión con la sociedad. Photo by Rafael Guimarães on Pexels.com

AFR: Como dice Susana, el Congreso fue una oportunidad para conocer sobre muchísimos proyectos en curso, solo para señalar algunos más mencionaría el Diario del Juicio, en el cual más de veinte personas de diversas asociaciones e instituciones trabajan para la comunicación pública del juicio que investiga los crímenes de la última dictadura cívico-militar en la zona sur de la Provincia de Buenos Aires.

El Archivo Histórico Biográfico Quequenense que trabaja con los vecinos de la localidad de Quequén en la Pcia de Bs. As. escribiendo la historia y organizando un archivo comunitario o el proyecto Huellas Digitales de la Memoria, un proyecto digital destinado a promover la memoria sobre las víctimas del Plan Sistemático de Represión y Exterminio de La Plata, Berisso y Ensenada. Solo por mencionar aquellos que tienen cercanía geográfica con nosotras, pero existen en todos los rincones del país; algunos de ellos están linkeados a la página de la RedLaHP.

¿Los historiadores argentinos han logrado comunicarse bien con las audiencias no académicas? Aquí, en Brasil, salir de la “burbuja” aún es muy difícil.

SDL: Creo que hay una buena cantidad de experiencias en distintos campos que efectivamente logran una comunicación diferente entre las audiencias y la academia. Hay un crecimiento muy interesante de las editoriales universitarias argentinas que han avanzado en su profesionalización y que han multiplicado sus producciones, incluyendo colecciones de divulgación histórica. Los historiadores argentinos participan en debates, asesoran filmes, motorizan experiencias locales en distintos ámbitos, realizan pódcast y otras producciones audiovisuales, participan con distintas propuestas en el mundo digital. Se prueban distintos roles y son parte de experiencias colaborativas en las que se articulan con diferentes actores no académicos tales como sindicatos, asociaciones de derechos humanos, poder judicial, asociaciones vecinales, estudiantes, periodistas. Sin duda, la Dictadura y las luchas por los derechos humanos en Argentina tienen un gran protagonismo y motorizan proyectos muy valiosos que dan cuenta de la potencialidad de la historia pública en la construcción colectiva de información clave sobre los juicios de lesa humanidad.

AFR: Coincido, hay experiencias muy valiosas en el sentido que señala Susana, aunque también creo que siguen siendo un tanto  marginales. La formación universitaria sigue teniendo como horizonte al trabajo individual del investigador en su cubículo/biblioteca/archivo, etc. No abundan los  espacios en los cuales reflexionar acerca de que el conocimiento se construye socialmente, o acerca de cómo comunicarnos nuestros avances más allá de los libros y  papers y mucha menos reflexión  acerca de cómo construimos narraciones sobre el pasado con otras/otros.

Dicho esto también hay dignísimas excepciones, como las que enumeró Susana, o las que mencionamos antes del canal Encuentro; también existen distintos proyectos de historia pública y colaborativa y  hay  historiadores e historiadoras jóvenes, muy formados que trabajan en las redes, hacen pódcast, realizan  performances, obras teatrales, es decir que están en una búsqueda historiográfica y estética acerca de cómo comunicar, y cómo construir relatos para públicos diversos. Entiendo que son expresiones aún minoritarias, pero en crecimiento en los últimos años, y que constituyen un descentramiento necesario de las formas clásicas de comunicar.

En Brasil se habla mucho de una Historia Pública realizada con el público, es decir, con la participación del público, en el sentido de una “autoridad compartida”. ¿Cuáles serían las ventajas de esta historia colaborativa? ¿Y cuáles serían sus principales desafíos?

AFR: Como mencionamos respecto a la Historia Oral y  la historia de tiempo presente, hace tiempo que se concibe la autoridad científica como compartida o al menos tensionada con otras voces legítimas que también pueden  hablar sobre el pasado y dar cuenta de las experiencias vividas; una de las diferencias con la Historia Pública, es que en esos marcos los investigadores reconocen esas voces, pero retienen la autoridad y autonomía de sus interpretaciones.

SDL: Entre las ventajas de construir conocimiento de un modo colaborativo señalaría la proximidad que se establece con las necesidades sociales de grupos subordinados. Se trata de una redefinición respecto a los parámetros que establecía la academia en referencia a la producción y apropiación del conocimiento producido. Una epistemología ampliada a la consideración de manifestaciones artísticas, locales, interdisciplinarias, afectivas. En cuanto a los desafíos, el modo colaborativo invita al descentramiento, al diálogo y al pluralismo, al cuestionamiento y la reflexión sobre el propio lugar del científico social. Hay mucho para trabajar en la construcción de equipos, las articulaciones entre distintos actores, las definiciones de roles. Es, de algún modo, un cambio de paradigma.

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Uno de los desafíos de la Historia Pública es: ¿cómo compartir la autoridad con la comunidad? Photo by tiago tins on Pexels.com

AFR: Coincido, creo que cuando hablamos de Historia Pública y autoridad compartida, pensamos al menos en tres tipos de relación con la autoridad. La primera como mencionaba anteriormente, donde el/la profesional guarda para sí la autoridad y  autoría -conservando un lugar epistémico fuerte-, reconociendo e incorporando otras voces, y valorando el testimonio como fuente y pensando en un público como destinatario; un segundo modelo que es básico en la Historia Pública es aquel que se plantea la  construcción de interpretaciones y narraciones en diálogo con la comunidad, llegando a acuerdos interpretativos nuevos (lo que supone considerar al público o comunidad con un lugar más activo)  y un tercer modelo es aquel en el cual  la autoridad del profesional está diluida en un colectivo, al que suma su saber específico entre otros que se hallan en diálogo.

En este punto, creo que en cualquiera de los casos  los desafíos se centran  en cómo democratizar el conocimiento histórico trabajando con la comunidad en la que estamos inmersos; entiendo que es necesario pensar cómo construir autorías colectivas, cómo trabajar ética y responsablemente con un patrimonio que no es el nuestro, o cómo acompañar a diferentes colectivos en ese proceso;  cómo construir relatos que sean rigurosos pero también atractivos y comprensibles, entre muchos otros retos.

Se creó recientemente la Red Latinoamericana de Historia Pública. ¿Qué representa esto para el futuro del “campo” en la región?

AFR: Creo que representa la posibilidad de estar verdaderamente conectados, poder leernos en nuestras lenguas, aprender de las reflexiones, acciones y proyectos tan valiosos que se han desarrollado en América Latina, es de una potencia enorme. Estoy segura de que la red servirá para amplificar la llegada de nuestra perspectiva de la Historia Pública y visibilizar nuestras prácticas, que son ricas, diversas,  sumamente valiosas y que además se llevan a cabo con recursos económicos insignificantes en relación con los países centrales.

SDL: Sin dudas, el trabajo en red proporciona una potencia  muy superior al trabajo aislado de cada uno de los países. La formación de la Red constituye una nueva cristalización de un proceso de crecimiento e institucionalización del campo de la historia pública regional, en la que se destacan la trayectoria y  los aportes de Brasil y Colombia. De algún modo, está en línea con el desarrollo y fortalecimiento de un pensamiento autóctono capaz de definir sus prioridades y modos de relación con la sociedad, en un contexto dominado por el Norte Global.

AFR: En este sentido, en  la declaración de fundación de la RedLAHP se acordaron algunos principios y perspectivas muy importantes y que dan cuenta de nuestra particular mirada sobre la Historia Pública que se propone desnaturalizar la desigualdad, articular teoría y práctica, el trabajo colectivo y comunitario, el  compromiso con la memoria, así como la intervención sobre los “pasados sensibles” y las consecuencias de los dispositivos coloniales. Porque hacer historia pública desde América Latina, es una práctica que  implica revisar críticamente  las narrativas y las estructuras de poder imperantes.

Entonces creo que la Red es fundamental, no solo para conocernos, para construir canales de diálogo, avanzar en reflexiones conceptuales, para articular experiencias, sino también para hacer oir nuestras voces en un campo sonoro que muchas veces ignora y, por tanto, menosprecia nuestras producciones.

Javier Milei fue elegido presidente de Argentina. Para nosotros en Brasil ha sido imposible no recordar el año 2018, cuando Jair Bolsonaro fue elegido. ¿Cuáles podrían ser los efectos de la llegada de Milei al poder en las políticas públicas de investigación y educación?

SDL: Los efectos de las políticas neoliberales de Javier Milei ya se están sintiendo en todos los sectores subordinados de la sociedad argentina. Las universidades, junto con el sistema científico-tecnológico, están siendo desfinanciadas bajo una lógica de equilibrio fiscal y disminución del gasto, que es el eje rector de la política económica del gobierno. Actualmente, los sectores de la educación, y especialmente la comunidad universitaria, se muestran como un actor dispuesto a dar batalla a las políticas del gobierno. El sistema universitario público y gratuito en nuestro país, que goza de un reconocimiento social indiscutido, está siendo cuestionado y se lo intenta desacreditar con acusaciones de corrupción, un argumento reiterado en el discurso presidencial para atacar a sectores vinculados con la actividad estatal que son adversos a las políticas de ajuste. Las universidades públicas en Argentina albergan a más de dos millones de estudiantes en todo el país. En la mayoría de las universidades creadas en los últimos 20 años en zonas alejadas de los centros urbanos tradicionales, más del 80% de los estudiantes que se reciben son primera generación de profesionales universitarios en sus familias. Esto desmiente categóricamente otro de los argumentos usados por el gobierno que sostiene que la gratuidad favorece solo a los sectores medios y acomodados porque “los pobres no llegan a la universidad”.

AFR: Resalto lo que dice Susana, se está llevando a cabo una campaña comunicacional de parte del gobierno que busca desprestigiar lo que sucede en el ámbito científico y universitario para fundamentar la desjerarquización y el ahogo presupuestario al que someten  a los organismos de la ciencia y la tecnología. Las partidas presupuestarias destinadas a la educación quedaron completamente desactualizadas; se suspendieron las paritarias del personal docente y no docente y se  profundizó la pérdida del poder adquisitivo de nuestro salario; se paralizaron más de cien obras de infraestructura en las Universidades, se frenaron los programas de asistencia a estudiantes, entre otras medidas terribles.

Ante este estado de situación, la comunidad científica y universitaria se está organizando y se ha manifestado a través de enormes movilizaciones y diversas actividades de visibilización del conflicto, con un fuerte acompañamiento de la sociedad. Sin embargo, el final de esta disputa está, todavía, lejos de resolverse, y es difícil pensar el futuro en este momento.

Sobre las entrevistadas

Alejandra Fabiana Rodríguez es profesora asociada en la Universidad Nacional de Quilmes; dirige un proyecto colectivo de investigación sobre Cine e Historia Argentina en el Centro Historia Cultura y Memoria de esta universidad;  Co-coordina el proyecto de extensión universitaria: Objetos y narrativas para una historia pública de la Democracia. Se desempeña como Directora de la Licenciatura en Historia de la UNQ y Coordinadora de la Red Latinoamericana de Historia Pública.Es autora del libro Historia, pueblos originarios y frontera en el cine nacional (2015), coautora de Un país de película, la historia argentina que el cine nos contó (2009) y co compiladora de Tiempo Archivado. Materialidad y espectralidad en el audiovisual (2017) y  de  Historia Pública. Teorías y prácticas desde el sur (en prensa).

Susana de Luque es Magíster en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ) y, Licenciada y Profesora en Sociología (UBA). Su trayectoria profesional se vincula con la labor en el mundo editorial así como con la actividad académica en el área de historia y epistemología. Es profesora de “Taller de Investigación I” e “Historia, edición y divulgación” en la Maestría en Historia Pública y Divulgación  (UNQ). Es co-compiladora del libro Historia Pública en América Latina. Teorías y prácticas desde el sur (en prensa).

Cómo citar esta entrevista

LUQUE, Susana de; RODRÍGUEZ, Alejandra. “El campo de la historia pública en Argentina muestra una gran vitalidad”. Entrevista realizada por Bruno Leal Pastor de Carvalho. In: Café História. Disponível em: https://www.cafehistoria.com.br/historia-publica-na-argentina/. Publicado em: 9 de dezembro de 2024.

Bruno Leal

Fundador e editor do Café História. É professor adjunto de História Contemporânea do Departamento de História da Universidade de Brasília (UnB). Doutor em História Social. Tem pós-doutorado em História Social pela Universidade Federal do Rio de Janeiro (UFRJ). Pesquisa História Pública, História Digital e Divulgação Científica. Também desenvolve pesquisas sobre crimes nazistas e justiça no pós-guerra.

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